foolingaround

20 September 2006

Novela barata Vol. III

RAMONA
Ramona Pérez desde que nació perteneció a uno de los grupos más pobres del sur del paí­s. Cuando cumplió catorce años sus padres la enviaron a donde el tío José "el que vivia en la cuidad y le iba bien en su negocio" y aunque no se sabia que tipo de negocio era, se sabia que le iba bien.

Sus padres la subieron en una autobús de transporte público, con un billete de 50 pesos en la mano, dos o tres monedas y en un papel apuntada la dirección de su tí­o. Lloraba desconsolada y por más que suplico y pataleo sus padres no desistieron. Cuando se vio sola en un autobús lleno de gente extraña, a lo único que pudo aferrarse fue a su pequeño bolso amarillo, ganado en unas patronales, que contenía los pocos trapitos presentables que logró encontrar.
Cuando bajó del autobús se encontró totalmente desubicada, no sabí­a que hacer, no sabia donde estaba, no sabia donde iba, ni muy bien de donde venia. Las instrucciones de sus padres se esfumaron.
Dos horas mas tarde llegó a la casa donde se suponí­a que viví­a el tí­o gracias a una donña que se ofreció a llevarla cuando la encontró llorando en la cera de la estación de autobuses, pero al llegar al sitio la señora la miró de arriba abajo y se marchó indignada.
Era una casa de un nivel, pintada de un gris azulado deprimente y un letrero de neon sin luces que decia B&R Placeres. Se acercó a la puerta y lo primero que vio fue una señora joven que lucía bastante vieja o era una vieja empeñada en lucir joven, realmente no pudo distinguirlo. La señora salí­a de la casa maldiciendo y en siendo malapalabra, todas: Era una mujer de piel clara, desmarañada, con maquillaje en exceso, vestía unos pantalones ajustados de leather y unos zapatos de tacón alto que rallaban en lo ridículo. Afuera la esperaba un taxi entro la gran maleta que cargaba y se fue sin voltear. Ramona gritó desde afuera de la casa, nadie salía a recibirla. Cruzó la puerta y al entrar al sitio vio que la habitación estaba iluminada con un bombillo rojo, habí­a elegantes sillones, rojos también, que no concordaban con la imagen modesta que tenia la casa desde afuera. En una esquina del recibidor estaba un hombre desmayado sangrando por la nariz.
Pensaba que estaba muerto, se acercó y lo empujó. Este se despertó y escupió un buche de sangre en sus pies. -¿Quién eres?- Ladró.-Ramona la hija de Euclides Pérez, busco a José, me dieron esta dirección.-Se me olvido que eras hoy que venias, soy tu tí­o, ayúdame a levantarme y quitarme esta mierda de encima.
Lo ayudó a levantarse y a llegar al baño Jose se quitó la camisa y cuando proponía quitarse los pantalones ella salió disparada. A los 10 min regresó del baño se había quitado veinte años de encima. Ella lo esperaba sentada en los sillones rojos con la espalda derecha y las piernas bien juntas, se sento a su lado y le dijo
-Mi hermano me ha pedido que te ayude a conseguir un trabajo, pues bien, ¿Que sabes hacer? y antes de que ella pudiese responder, continuo diciendo -Me imagino que no mucho. Esa que viste salir era mi ayudante, como pudiste notar, se ha marchado y de mala manera- dijo esto mostrando una ridi­cula sonrisa -Si quieres, te puedes ocupar de eso. Te voy a pagar no te preocupes y tendras un techo donde vivir y comida para comer mientras no me desobedezcas, ni te metas en mis asuntos.
-Ok- fue su unica respuesta.
-Ven dejame mostrarte la casa y lo que debes de hacer.
La condujo por un gran pasillo y le mostro 2 habitaciones, un baño, y una pequeña oficina en la que habi­a un escritorio, dos sillones y un librero con escasos libros. No habi­a mas habitaciones, le parecia extraño pues la casa luci­a bastante amplia desde afuera.
-Ven, dejame enseñarte algo- le dijo y abrio una puerta que pareci­a un closet, conduci­a a unas escaleras que bajaban a un sotano. Estaba todo oscuro, encendio las luces y aparecio ante ella un ambiente nunca visto. Aunque al principio no entendia de que se trataba lo que el le mostro, siguio las ordenes que le indico: Debi­a de limpiar en el di­a aquel lugar y evitar bajar alla­ despues de las siete de la noche. Con el paso de los meses lo fue comprendiendo. En las noches se acostaba en su cama pero le era imposible dormir por la musica y los ruidos que proveni­an de abajo, en el dia cuando bajaba a limpiar, con la escoba, el ace y el suape, encontraba el sitio con un olor insoportable a alcohol y en varias ocasiones las habitaciones aun estaban ocupadas por mujeres semidesnudas que pareci­an muertas/drogadas, tiradas en las camas o en algun sillon con el maquillaje deshecho, poca o nada de ropa y ojeras de rimel en los ojos.
En total habi­a cuatro mujeres que iban todos las noches, menos los Lunes y Martes. Iban a bailar, a dar un espectaculo entre y mas tarde, si algun cliente queria, lo acompañaban a las habitaciones a hacer algunas atrocidades como pudo ver ella una noche. De las mujeres nunca pudo averiguar los nombres, solo bajaba dos escalones y desde lo alto de la escalera observaba como ellas bailaban y retorci­an e introducian diversos utensilios en sus cuerpos aceitados casi desnudos sobre las tarimas, se estrujan, se golpeaban y sobaban sus manos sobre sus pechos, sus muslos y sus partes intimas. Alguno que otro hombre, que miraba con lascivia en los ojos, le agitaba un billete sobre sus cabezas y ellas se acercaban y le rozaban alguna parte de sus cuerpos en las caras y le arrebataban el billete. Mientras esto pasaba, Jose se mantenia detras del bar junto a un joven delgado que servi­a las bebidas.
Se enamoro de ese joven desde el primer momento en que lo vio, se senti­a atrai­da por su cara huesuda y su cuerpo amenazando con quebrarse, teni­a los ojos mas profundos que pudo haber visto, unos ojos tristes de mirada melancolica. Un jueves en la noche mientras observaba entretenida el espectaculo, no noto cuando alguien subia las escaleras y se acercaba haci­a ella. Cuando lo vio de cerca, era el. Se llamaba Daniel y tenia cinco años mas que ella, le ofrecio un liquido verde que oli­a a menta, pero sabi­a a demonio. Las siguientes noches el siguio haciendo lo mismo, cuando los clientes se marchaban a las habitaciones con las mujeres, el subia y se sentaba a su lado y le ofreci­a el liquido verdoso. Ella odiaba el sabor de esa bebida pero era incapaz de decir que no a cualquier cosa que el le propusiera.
El domingo de esa semana a las 3:30 de la madrugada irrumpieron en el lugar varios policias que brutalmente sacaron a todas las personas del lugar y a las mujeres las sacaron algunas desnudas o entre leather y metal como las habi­an encontrados en las habitaciones ofreciendo sus dolorosos placeres. A Jose se lo llevaron esposado y Daniel logro escabullirse y nunca mas lo vio. Ella se escondio bajo los escombros de la ropa sucia en el area de lavado, espero temblorosa aguantando el olor a alcohol, cigarrillo, sudor, perfume y sexo por varias horas hasta que escucho desaparecer los ruidos de los pasos, los gritos y las sirenas.
Agarro su cajita con el dinero que habi­a ahorrado y salio corriendo de la casa, corrio y corrio con todas sus fuerzas por varias horas hasta que sintio que sus piernas no podian mas y callo de rodillas sobre el asfalto.

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2 Comments:

  • Interesante Historia, muy buena y real, pero ya se acabó? sorry me quedé con ganas de mas...

    Saludos Ashaticos!!

    By Blogger Unknown, At 1:18 PM  

  • 2 B continue

    By Blogger MP, At 4:04 PM  

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